Cuaderno de Notas

Una Ruta hacia la Cima del Mundo

27 de septiembre de 2006
La salida de Madrid con un retraso de casi dos horas y el exhaustivo e inhumano control aduanero londinense de más de una hora y media en estrambóticas colas hace que pierda mi conexión a Nueva Delhi. "Botado" en la terminal con dos boletos gratuitos para el bareto de comida rápida del aeropuerto y 2 pasajes, Londres- Mumbai y Mumbai-Delhi, British A. "soluciona" el problema. Ante tal cúmulo de contrariedades, y en tan poco espacio de tiempo, no tengo otra que no protestar porque ya cuento que ha empezado mi aventura y es parte de la cantidad de sorpresas que espero que me suceda, como en todos los viajes que he realizado anteriormente. Aunque ciertamente jode y mucho.

28/09 - Namaste, India
Cuando el avión despegaba de Mumbay, pensé demasiado tarde, que podría haberme quedado un par de días en esa ciudad bolliwoodiense aprovechando la parada del cambio de avión, y comenzar la ruta desde allí con dirección Delhi en bus o tren. Pero el estrés y mosqueo que traía provocado por los estúpidos controles en Londres, y la larga pérdida de tiempo, no me hizo caer en esa posibilidad.
Y analizando lo sucedido, vaya gran negocio que genera ese puto aeropuerto a causa de la invención de un miedo a posibles ataques terroristas. Todo lo que no permiten pasar a tránsito, como agua, pasta de dientes, desodorante, ¡¡un sandwich!!..., todo, todo, lo venden nuevamente en tránsito super-caro!!. Que pasa, ¿que no es lo mismo una explosión en un avión que una explosión controlada en cualquiera de las múltiples y abarrotadas colas que hay en alguna de las terminales? A lo mejor puede que tenga razón... tiene que ser horroroso morir ante la tremenda explosión de un sandwich de atún, tomate y lechuga.
Y al aterrizar en la capital hindú, me encuentro nuevamente con aquella misma vetusta terminal de bus del viejo aeropuerto, también con una destartalada guagua que en su enésimo intento por arrancar termina quedándose sin batería, y espontáneos que ayudan a empujar para ponerla en marcha... Nada ha cambiado en Delhi desde la primera vez que estuve allí.
Tras pasar unos días recorriendo la vieja ciudad, volviendo a sentir tanto los olores como los sabores de las comidas que se mezclan con ese aire contaminado tan "normal" en toda India, compro el billete de tren que me iba a llevar a Faizabad.
Allí pasé unos días participando en el festival al aire libre Durga Puya, que dura casi una semana, con músicas, bailes y arte por toda la ciudad, y concluye arrojándose Tikka (polvos de colores) por todo el cuerpo en medio de las calles. Con este culto celebran la victoria de la diosa Durga sobre el búfalo malo que representa al demonio Mahishasura. Es decir, la victoria del Bien sobre el Mal.
Desde hace mucho tiempo mi intriga por conocer Ayodhya, a 7km, una histórica "belicosa ciudad" (que toma el nombre de la legendaria ciudad del Ramayana) y sagrado lugar donde ahora se asienta las ruinas de la Mezquita Babri Masjid (mandada a construir en el s.XVI por el emperador musulmán Babur). Este enclave ha sido desde hace más de un siglo escenario de enfrentamientos entre hindúes y musulmanes.
A finales de la década de los ochenta, las organizaciones hindutvas diseñaron un plan de acción dirigido a construir en  un templo en el lugar exacto donde se encontraba la mezquita, lo cual necesariamente requería que ésta fuese destruida. El motivo argumentado fue la creencia de que debajo de sus cimientos yacían las ruinas de un templo milenario que celebraba el nacimiento de Rama en ese exacto lugar y que habría sido destruido por Babur para levantar su mezquita. El 12 de diciembre de 1992, una multitud de hindúes enfervorizados la asaltan y destruyen, culminación de una campaña de movilización orquestada por las fuerzas nacionalistas, quienes buscaban purgar la historia india de su pasado islámico y restaurar la "gloriosa civilización hindú". Contrariedades de la vida, están apareciendo restos budistas en las excavaciones...!!, según me contaron una vez llegado al lugar, aunque en realidad hay muchos bloques de arenisca, ladrillos decorados, bases de pilares, cerámicas..., que da a entender que un templo destruido se encuentra bajo tierra. Visitar la zona es muy complicado pues hay que pasar muchos controles policiales y se limita a varios corredores enjaulados que transita sobre las diferentes zonas de excavaciones, cubiertas por toldos. Lo rústico de la instalación y del trabajo que se está realizando no hace del lugar nada decente para su disfrute. El miedo a la violencia o a los atentados en el lugar es otro factor a considerar también.
Ciertamente, sentí algo de tensión en el ambiente de ambas ciudades y en Faizabad no me permitieron hospedar en varios hoteles por ser extranjero y gracias a un paisano que pasaba en moto y verme cargando la mochila por la avenida principal, me ofreció montar con él y llevarme al apartado hotel Asha que conocía y donde pude quedarme. Y afortunadamente cerca de todo el espectáculo callejero que sucedía por las calles.
Varias carpas con altares de Durga reunían a los feligreses que acudían durante el día a ofrendar y rezar. La representan junto a sus cuatro hijos o varias deidades. Está hecha de arcilla sagrada recogida de la orilla del río y pintado con hermosos contrastes de colores. El diseño y la decoración depende mucho del estilo del artista.
Al anochecer el ambiente era mucho más festivo: enormes calderos al fuego con comida para repartir entre los devotos, largas colas de todo tipo de gente bailando a ritmo frenético de música hindi que provenía de las muchísimas carrozas con cantidad de imágenes de Durga que en procesión recorría parte de la ciudad, y polvos de colores flotando en el aire lanzados por los asistentes, que eran muchísimos.
El siguiente destino fue ir en bus, viejo, incómodo, pero rápido (tres horas y media), hacia Lucknow, ciudad cercana a la frontera con Nepal, quedándome en un destartalado, sucio y muy económico hotel cerca del mercado Janpath. Aquí también alcanzan los constantes enfrentamiento inter-religiosos.
Lo primero en hacer fue controlar desde que estación salen las guaguas hacia la frontera. A 1km se encuentra la estación Kaiserbagh y me aseguran que en cuatro horas podré estar en el lado nepalí.
Luego de haber hecho planes acudí en rickshaw, sorteando los vehículos que aunque aquí no conducen muy rápidos son peligrosos también, a la parte antigua de la ciudad que es preciosa. Está situada cerca de Rio Gomti y cargada de historia munghal.
Atravesando la gran puerta de entrada Rumi Darwaza, que dicen es copia de la entrada de Estambul se accede a la zona de edificaciones más importantes. Paramos al final, junto a La Tumba chiita Hussainabad Imambara, a la que no pude entrar por estar en ese momento cerrada, y retrocediendo se van encontrando: La Torre Satkhanda, que en su momento debería haber tenido 7 plantas -parecido a una torre de Babel-, pero con el abandono tras la muerte de Mohammed Ali Shah en 1840, ahora sólo queda rodeado de basura 4 decadentes plantas; El Chota Imambara (1838), o Palacio de las Luces, un complejo creado también por Muhammad Ali Shah y que al final serviría como mausoleo propio junto a la de otros miembros de su familia. Destaca su enorme cúpula dorada y varios minaretes. Sus paredes están decoradas con caligrafía árabe. Del techo cuelgan enormes lámparas de araña; El maravilloso Complejo Bara Imambara (1783) que es el mausoleo de Nawad Asaf Ud Daula y su esposa), con dos impresionantes puertas de entradas separadas por un muy bien cuidado jardín (Bowli) y una mezquita (Asfi) con dos largos minaretes. A un lado hay un acceso a un laberinto interior de varios kilómetros (Bhul Bhulaiya) pero es peligroso entrar sin un guía. Dicen que llega hasta el río Gomti, y que otros pasaje podrían llegar hasta Faizabad.
De vuelta, en el hotel, el dueño me advierte que ha oído que hay guerrillas actuando en Nepal, muy cerca de la frontera, y que tendré problemas para adentrarme por el sur del país. Pienso que todo esto se podría tratar de "habladurías". Pero esto no me amedrenta, y mi idea sigue en pie. Cruzaré.